viernes, 8 de julio de 2016

¿Existe la Argentina?

Es una nación fantasía, como esas miniaturas de la torre Eiffel que venden en la estación Congreso, esos  adornitos que parecen obras de arte pero son sacapuntas.

La Argentina de lejos hasta parece un país, un dibujito fronterizo al sur del mundo, la demarcación de un territorio ajeno para la mayoría de sus habitantes. Tiene su banderita y un himno que ya nadie canta.

No. Definitivamente Argentina no es una nación. Para ser una Nación hay que tener un Pueblo y eso por ahora no aparece.

A lo sumo es una provincia con poca vocación nacional, la administración de un territorio parcial de una totalidad poco clara. ¿Sudamérica? ¿América Latina? ¿Provincias Unidas del Sur? Será que en realidad somos una provincia ¿Cuándo es la independencia de Catamarca? ¿Y la de Santiago del Estero?

¿Qué es la Argentina? ¿Son argentinos los nacidos en esta tierra? ¿Qué significa ser argentino? ¿Para qué sirve serlo? ¿Le sirven a la Argentina los argentinos? ¿Qué sienten por su tierra los argentinos? ¿Qué sienten los argentinos por los argentinos?

Que evidente y manifiesta es la ausencia de nacionalismo en nuestro país. A 200 años de la Declaración de la Independencia su máximo representante institucional se pasea con una escarapela norteamericana y nadie dice nada. Los gobernantes se parecen a sus pueblos. ¿Será que queremos ser norteamericanos? ¿Será que preferimos escuchar a nuestros hijos hablar en inglés? ¿Cuánto tiempo pasará para que seamos persuadidos por los medios de que nuestra bandera es blanca y roja a rayas con un rincón de estrellitas…? ¿20 años? ¿50? ¿Flameará la bandera gringa en los mástiles de las escuelas?

Está en venta. Esa es la cuestión. Nos han logrado convencer de que lo importante es hacer un buen negocio con nuestro país. Que lleguen inversiones, que son como apostadores que vienen a poner guita a ver qué onda. Lejos quedó la idea de que la Argentina es una realización propia, una obra hecha con amor y dedicación, la obra de un pueblo. No. Mejor poner el valor de todas sus riquezas en un plazo fijo y hacer la plancha. O peor, vender todo al mejor postor y que las futuras generaciones se curtan. ¿Qué me haga cargo de mi país? No che, estoy demasiado ocupado laburando.

¿Independencia de qué? ¿Fueron los argentinos los que regaron de sangre la lucha por la independencia de la Argentina? ¿No fue el Bajo y Alto Perú el lugar donde se libraron la mayor parte de los combates? ¿Será entonces que fue el cuero colla el que se puso al hombro la gesta? La independencia Argentina la hicieron los bolivianos.

¿Y los paraguayos? ¿Y los uruguayos? ¿Qué identidad sentían defender los pueblos guaraníes y charrúas cuando daban la vida por la independencia? ¿Cuál era ese sueño capaz de movilizar tanta sangre y esfuerzo? ¿Fue por la independencia Argentina que dieron la vida los diaguitas, los huarpes, los tonocoteses?

Como que había otra cosa dando vueltas en esa época. Como que el sueño era más grande. Pensar que todavía estaba fresquita la independencia del coloso del norte (1778) y era obvio hacer lo mismo en el sur. Así a lo grande, no por islitas.

Resulta oportuno preguntarse para estas fechas que significa ser independientes. Independientes de qué cosa e  independientes quienes.  ¿Para qué queremos ser independientes?
Si la cosa es por guita hoy los gringos con la maquinita de hacer billetes nos pueden asegurar lo que queramos. Si los EEUU nos ofrecieran emplearnos a todos los argentinos por un buen sueldo en dólares. ¿Habría que pensarlo no? Por plata baila el mono.

¿Qué estamos dispuestos a sacrificar para tener una nación? ¿Tengo que abandonar mi cotidiana y confortable vida de consumo superfluo? ¿Pierdo guita si peleo por la Argentina?

Para estos días, pero hace 200 años, el Gral. Belgrano necesitaba concitar adhesión a la gesta. Ya sabía que no podía contar con el egoísmo de los muñecos de torta porteños. Había que reivindicar simbólicamente a quienes estaban poniendo el cuero en la lucha. Se lo chamuyó a San Martin en la esquina y entraron a la casita de Tucumán a proponer una monarquía Inca… Se les cagaron de risa. Anchorena decía que era como sacar a un borracho de una chichería y ponerlo en el trono. La monarquía de chocolate le decían a su proyecto del que se mofaban. 

¿Hay una cuestión racial en nuestra independencia? ¿Hubo discriminación? ¿Hay alguna denuncia en el INADI? Qué distinta sería hoy nuestra identidad, con que otro rostro nos reconoceríamos. En vez del Tedeum habría que hacer todos los 9 de Julio una ofrenda a la Pachamama. Ya no seríamos tan europeos.

¿Estaría presente en nuestra cultura esa tan argentina discriminación al boliviano, al hombre y a la mujer indígena de rostro ancestral andino? ¿Cómo es el rostro de un argentino?
¿Y Brasil? ¿Existe? ¿Y Venezuela no es Colombia? ¿Y Ecuador no es Perú?
Son todas formas nacionales de ser latinoamericanos. El problema es que todavía no somos latinoamericanos. Nuestras independencias fueron funcionales al negocio ingles y 200 años después lo son al negocio norteamericano.

Una subregión con 600 millones de habitantes y todas las riquezas necesarias para alimentarlos. ¿Por qué es tan pobre? ¿Cuál es el fenómeno cultural que nos impide tener una Nación Latinoamericana?
Seguiremos insistiendo en nuestras patrias chicas en beneficio de las oligarquías portuarias hasta que nos dignemos de una vez por todas a entrar a la historia como nación.

La independencia Argentina no es más que un fenómeno provinciano.  No hay escala económica para realizarla. Somos latinoamericanos como proyecto y como estrategia de supervivencia. Solo la articulación de nuestras fortalezas puede hacer felices a nuestros pueblos.


Hoy a 200 años la consigna sigue siendo AMERICA LATINA, AHORA O NUNCA